El Palacio de la Aljafería es la sede actual del Parlamento de Aragón y uno de los atractivos más desconocidos de Zaragoza. Se trata de un elemento clave en la arquitectura ibérica, ya que es de los pocos testimonios que nos han llegado de la arquitectura musulmana en el período de los reinos de taifas. A mitad del siglo pasado se encontraba en un estado totalmente ruinoso, pero las sucesivas intervenciones le han devuelto su actual esplendor. En realidad, su historia se fue desarrollando a lo largo de los siglos, y por tanto los estilos arquitectónicos varían mucho entre las diferentes dependencias.
Su elemento más antiguo es la llamada Torre del Trovador. Se trata de una atalaya que se situaba a las afueras de la ciudad, y en torno a la cual se fue construyendo el actual palacio. Hoy en día aun se pueden apreciar en su base las piedras que formaban la primera construcción.
Con el paso de los siglos fue adoptada para distintos usos, entre ellos, cárcel del Tribunal de la Santa Inquisición, y es por eso que al visitar hoy su interior podemos leer en el yeso los testimonios escritos de quienes fueron encerrados en ella. Seguramente su huesped más famoso fuese Antonio Pérez, lo que dicho así puede que no impresione mucho por lo anodino del nombre -sin ánimo de ofender-, pero la lió parda el amigo…
Como anécdota curiosa, la Torre del Trovador es también el escenario de la ópera “Il Trovatore”, y en el parque anexo se puede recorrer, entre otros, el Paseo de Verdi.
Quizá la parte menos llamativa sea la conformada por el palacio cristiano medieval, y sin embargo, fue aquí a donde el Grial fue trasladado tras abandonar su secular refugio en San Juan de la Peña. Tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador la Aljafería fue ampliada con nuevas dependencias en cuya decoración ya se aprecian las primeras trazas del típico mudéjar aragones.
Pero la parte que sin duda llama más la atención es la que se levantó en el momento de máximo esplendor del reino taifa de Saraqusta por orden de su monarca Al Muqtadir, y en concreto su Salón Dorado, en el que se situaba el trono del monarca, muy cerquita de la mezquita y el mihrab.
Muqtadir, que se tenía por descendiente de los califas y rey absoluto del universo -esto no es una exageración-, fue quien bautizó la Aljafería como “Palacio de la Alegría”, mientras que su nombre actual proviene de su constructor, Abu Al Jafar.
Aunque gran parte de la construcción árabe que se puede apreciar hoy dia proviene de las sucesivas restauraciones, no es difícil distinguir aún entre ellos los elementos que nos han llegado del palacio original. Otros restos originales pueden verse en un pequeño museo visitable en las dependencias interiores.
La última parte a destacar en la Aljafería es la ampliación llevada a cabo en tiempos de los Reyes Católicos. El motivo del yugo y las flechas se repite constantemente en la decoración de los techos, asi como las piñas que adornan el Salón del Trono y que eran símbolo de abundancia y eternidad, si mal no recuerdo.